“Akari” es un concepto japonés que hace referencia al poder emocional de la luz, a su capacidad para crear atmósferas y espacios de bienestar para las personas, estimulando así nuestros sentimientos y emociones.

La idea de utilizar la luz en su sentido de “akari” fue la brújula de este proyecto. Consistió en la renovación integral minimalista de una vivienda de dos plantas más terraza, en un edificio de 1910 situado sobre las montañas de Vallvidriera, en Barcelona. La construcción estaba en venta; los nuevos propietarios encargaron el proyecto de reforma antes de formalizar la compra, para poder fundamentar su decisión en las posibilidades de futuro de la vivienda. 

El edificio está situado junto a una concurrida carretera, con orientación mayoritaria a norte. Presentaba deficiencias estructurales y de distribución. La mayor parte de las habitaciones carecía de luz, la terraza no contaba con acceso independiente, la cubierta de tejado estaba en mal estado y se había recubierto por una chapa de metal que generaba goteras…

Junto a la voluntad de potenciar la calidad de la luz y hacerla fluir por toda la casa, el motor del proyecto fue la idea de reducir para multiplicar. Se simplificaron las formas y los materiales y, desde la simplicidad, se insufló carácter a los espacios para poder disfrutar de la vida en tres niveles. 

En la primera planta conviven de manera fluida vestíbulo, pasillo, dormitorio y estudio, en un espacio polivalente que revierte la antigua compartimentación de la planta y estimula la sensación de amplitud y profundidad visual. El acceso a la planta superior se desplazó y reorganizó. Ahora es una escalera volada que derrama luz. El lugar de la antigua escalera lo ocupa hoy un lavabo, pequeño pero completo.

En la segunda planta, la ausencia de luz de la construcción original se revirtió con la instalación de una gran claraboya. Este nuevo elemento consigue llevar la iluminación natural a la cocina, de muebles blancos para multiplicar la claridad, y también al baño y a la sala de estar, que cuenta además con dos ventanas de exterior. En el lateral de la sala, la escalera se abre como un elemento con gran fuerza decorativa. En esta planta se sitúa también el dormitorio principal en suite, con un baño de marcada personalidad por su forma de cubo junto un elemento de lavabo exterior al baño y los materiales de color rojo, y separado del resto de espacios mediante una puerta corredera.

La terraza, con una panorámica de 360 grados, es la gran protagonista de la tercera planta. Se accede a ella mediante un cerramiento acristalado que permite aprovechar al máximo la luz exterior. Y proyecta hacia la vivienda una claridad que fluye por todas las estancias resaltando sus formas simples, minuciosamente estudiadas con el objetivo de estimular el confort y la calidez.